Nuestro cuarteto favorito de Hawkins está de vuelta con una aventura mórbida más pero en lugar de asustarnos en pleno Halloween, los visitaremos durante los calurosos días de verano en esta nueva temporada de Stranger Things.
Aquí está nuestra reseña de la tercera temporada de Stranger Things (sin spoilers):
Como ahora estamos en julio, todo mundo (bueno, casi todos) están disfrutando de las vacaciones de verano. Algunos eligieron relajarse mientras que otros optaron por conseguir trabajos de medio tiempo. Todo parece estar en orden hasta que regresan los problemas a los que nuestros ya no tan pequeños héroes están acostumbrados a estas alturas.
La apertura de un nuevo centro comercial –Starcourt Mall– tiene toda la atención en esta temporada y será la sede de la mayoría de los acontecimientos a través de los ocho episodios, ya sea para bien o para mal.
Al ya extenso reparto de personajes tenemos el debut de un par notable. Robin (Maya Hawke) es una ex-compañera de clase de Steve Harrington (Joe Keery) y a pesar de su desprecio por él, ambos comienzan una nueva amistad reencontrándose en sus trabajos veraniegos. El alcalde de Hawkins, Larry Kline (Cary Elwes) también tiene una participación esencial en la trama. Ambos personajes embonaron bastante bien con sus personalidades que aportan más diversidad a cada escena.
Esta temporada también se enfocó en darle más participación a personajes que les hacía falta, siendo el ejemplo más notable Max (Sadie Sink) y su hermano mayor Billy (Dacre Montgomery). Fueron bien recibidos por la comunidad en su debut y esta vez implantan aún más sus papeles para ser tan memorables como los clásicos de los primeros ocho capítulos.
Hablando de ellos, ¡los chicos ahora ya no son tan chicos! Se nota enormemente que todos han crecido desde la última vez que los vimos, especialmente Mike (Finn Wolfhard). Sin embargo, siguen retratando con éxito a sus personajes, cosa que se agradece bastante.
Y obviamente no puedo omitir la estelar participación del dúo dinámico de Joyce Byers (Winona Ryder) y Jim Hopper (David Harbour). Ambos tienen el protagonismo más marcado que nunca y son elementos clave durante la totalidad de la temporada. Aunque hayamos comenzado todo con el grupo de Mike, esta vez los aplausos se los llevaron los adultos.
La trama en esta ocasión se forma con más lentitud que en temporadas pasadas. En lugar de pasar a lo macabro rápidamente, los hermanos Duffer optaron por mostrarnos los lados más alegres e inocentes del reparto y de Hawkins en general. ¡Podrá ser un pueblo condenado pero también tiene sus buenas vibras de vez en cuando!
Especialmente vemos en estos capítulos la evolución de Eleven (Millie Bobby Brown) como una chica que actúa de acuerdo a su edad. El feudo que tenía con Max ha quedado atrás y encuentra en ella una amistad femenina que le hacía bastante falta.
Las festividades del cuatro de julio se mezclan irónicamente bien con todos los plot twists que suceden a lo largo de los episodios. El hecho de que nos hayan hecho recordar la temática de principio a fin es algo que no logran todos los directores.
El inicio es lento y quizás hasta cansado para algunos, sin embargo todo forja el mejor final de las tres temporadas con un cierre espectacular.
El cambio de panorama le favoreció bastante a la serie; Stranger Things no es algo que se tenga que disfrutar exclusivamente en fechas establecidas y vaya que lo demostraron. La historia es interesante y los actores desenvuelven muy bien sus papeles.
Como es costumbre, no podían terminarlo todo sin dejarnos con ganas de más, por lo que la gente ya está pidiendo a gritos lo que podría suceder en el futuro. Stranger Things se ha convertido en un fenómeno y lo tiene bien merecido.
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