Llegó el ansiado viernes, y lo que hubiera esperado fuera un día de tranquilidad y preparativos para el fin de semana, me levanté con una noticia que compete a toda la comunidad del gaming de México: el Senado aprobaba una iniciativa para la regulación de videojuegos por la SEGOB.
Para entrar en contexto, básicamente este dictamen le permitiría a la Secretaría de Gobernación realizar una clasificación de todos los videojuegos que entraría a nuestro país. Esta clasificación sería en español y permitiría que los adultos sepan qué le anda comprando sus hijos.
No hay nada de malo en manejar un candado para que un niño de 10 años no se compre algún juego que incluya contenido sexual o violencia extrema. El problema está en que ese candado ya existe, por algo se creó la ESRB y los juegos que se venden en nuestras tiendas de preferencia ya incluyen una clasificación. Claro que ese rating está en inglés, aunque no debería ser problema para un adulto que tiene los mil y tantos pesos para adquirir un videojuego.
Otro de los argumentos que utilizan es que “los estudios realizados señalan que el hecho de jugar a menudo videojuegos incrementa a largo plazo los comportamientos agresivos”. ¿Cuáles estudios? ¿Quién los hizo? Porque en los últimos años estudios como el de la Escuela Médica de Hannover, Alemania, refutan esas teorías. Y ni hablemos de los países en donde se televisan partidas de Call of Duty como un deporte… No creo que sus múltiples sesiones de práctica con ese violento juego de disparos sea una preocupación.
Y las vivencias en el hogar y escuela, y el ambiente bajo el que se desarrolla el niño, y que en verdad podrían afectar su comportamiento, no son los factores que toman en cuenta nuestros representantes del senado, ¿verdad?
El tema de la clasificación en México va más allá de una “protección” a los niños y consumidores de estos productos, esto es por dinero.
Una acusación bastante atrevida de mi parte, lo sé, pero usualmente en este país todo es por dinero, y bajo los argumentos que presentan no es alocado pensar en ello, porque si nos vamos a analizarlos, la clasificación ya existe, así como se ha comprobado que los juegos no generan cambios agresivos en los usuarios.
Si quisieran proteger a los consumidores y evitar que los retailers vendieran juegos de adultos a menores, bien se podría con las multas y verificación de edad, eso no tiene ciencia. En cambio, prefieren implementar todo un sistema de clasificación (ya existente en la portada del juego) que obviamente traerá como consecuencia una alteración económica en dicho artículo.
Y esa alteración económica se verá reflejada en un alza de precios en los juegos por el proceso burocrático por el que tendrían que pasar para certificarse.
México es el principal consumidor de videojuegos de América Latina y en 2015 la industria alcanzó a tener un valor de $20,167 millones de pesos.
Falta con ver las filas en ventas nocturnas o los altos precios que ya se manejan en nuestro país para darse cuenta del impacto económico de este mercado que anteriormente pasaba desapercibido. Los políticos ya lo notaron, ¿por qué no sacar una lanita de ahí?
Si a eso le sumamos que por allá del 2013 se analizaba la posibilidad de implementar un impuesto a los videojuegos (y otros productos) para compensar la reforma hacendaria del gobierno, es fácil asumir que esta iniciativa es tan solo una cuestión de dinero. ¡Ah! En aquella ocasión, el impuesto fue propuesto por el PRI, como ahora la regularización fue de parte de Cristina Salazar, del PRI.
Como bien mencionaba anteriormente, el nuevo sistema implicaría un costo para los distribuidores por la certificación de cada uno de los títulos que quieran traer a nuestro país. Costo que pagaríamos nosotros a final de cuentas, y si ya de por sí son caros los juegos en nuestro país, imagínense cuando esto entre en vigor. No quiero ni pensar el costo de las ediciones de colección.
Este problema fomentaría la venta digital de los productos o las importaciones mediante servicios como Amazon, que incluso a la fecha y al tipo de cambio, pueden resultar a un precio igual o más barato que la compra en las tiendas de nuestro país.
Además, dicho proceso burocrático de certificación/clasificación también podría afectar las fechas de lanzamiento…
Para mí, es cuestión de lana, como siempre ha sido. Ya vieron que aquí hay mercado y hay de donde sacar.
¿Es bueno jugar videojuegos? Aquí te dejamos nuestra publicación con los estudios al respecto.
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