[REVIEW] The Deer God
Y aquí tenemos otro indie que me llamó mucho la atención por su aspecto retro y mecánicas old school combinado con elementos modernos. The Deer God implementa una fórmula original basándose en varios estilos de juego que han estado de moda en distintas épocas.
Veamos si el resultado es algo digno de jugarse:
- Historia
The Deer God nos pone en los zapatos de un cazador, el cual una noche sufre una maldición, y nos convierte en… adivinaron, un tierno venadito. Ahora debemos enfrentar los peligros de la naturaleza tratando de sobrevivir como lo mismo que ansiábamos cazar, esperando encontrar una forma de regresar a nuestra forma humana.
Sencillo, ¿no? No es algo 100% original, pero es bastante efectivo y da un buen razonamiento a todos los elementos del gameplay, al cual pasaremos ahora:
- Gameplay
Lo que me sorprendió de este juego es que logra combinar muchos elementos sin hacer sentir el gameplay como un verdadero caos. A primera vista tenemos el clásico estilo side scroller con elementos de plataforma. A eso le sumamos elementos de supervivencia (tendremos que comer regularmente para no sucumbir hacia la muerte), un estilo de combate parecido a un RPG con sistema de progresión (comenzaremos como un infante e iremos creciendo y aprendiendo nuevas habilidades), acertijos sencillos y opcionales pero con grandes recompensas, e incluso un medidor de bien/mal, parecido a lo que vemos en franquicias AAA como InFAMOUS y Mass Effect.
Todo esto suena demasiado complicado, pero en realidad se maneja de una manera fluída. Siendo víctimas de una maldición por parte del “Dios Venado”, tenemos acceso a habilidades como lanzar bolas de fuego y teletransportación, lo cual se maneja con el uso de un medidor de energía y colocaremos en un menú rápido de habilidades, parecido a lo usado en MMORPGs. Muchas de estas habilidades son ofensivas, mientras otras serán más útiles para alcanzar objetivos fuera de nuestro alcance y no perecer tan seguido.
Esto último es sin embargo el mayor problema del juego. Morirás bastante, y podrás perder la paciencia en varias ocasiones. El medidor de stamina (que se llena alimentándonos constantemente) disminuye demasiado rápido a mi parecer, y crea una sensación de estrés en varias ocasiones. A veces me gustaba admirar los escenarios tan bonitos del juego, pero por culpa de este problema me veía obligado a correr desesperadamente a buscar comida, la cual no aparece tan fácilmente.
A todo esto se le agrega un sistema de quests parecido a lo que se ve en un RPG tradicional. Si te pasas del objetivo, el juego entrará en un loop donde tarde o temprano te darás cuenta que hay algo que no has resuelto en esa área. Es un buen sistema que permite que no nos perdamos tanto tiempo o tengamos que hacer mucho backtracking si olvidamos algo.
No podrás salvar en el juego de manera manual, ¡y no tienes vidas infinitas! Así que no te conviene andar payaseando mientras juegas.
Para no quedarnos sin vidas, podremos procrear con distintas venaditas, lo cual nos da un hijo y éste equivale a una vida extra. Si morimos, resucitaremos en aquél lugar donde dejamos al pequeño, el cual nos podrá seguir permitiendo que comencemos en el mismo lugar donde morimos, pero con el riesgo de perder al infante en el camino a manos de enemigos y otros peligros. Este sistema es bastante ingenioso, ya que juega con nuestro atrevimiento y audacia como pocos elementos de otros juegos hacen.
En resúmen, es un sistema de juego muy bien implementado, pero no se salva de algunos problemas y puede resultar bastante frustrante.
- Presentación
No hay mucho que decir. Lo que ven en las imágenes y en los tráilers resume prácticamente todo lo que verán en el juego. Si son fanáticos (como yo) del estilo retro, entonces hallarán un juego bastante placentero a los ojos en The Deer God. Iremos recorriendo bosques, playas, desiertos, y hasta pantanos durante nuestra travesía.
El menú principal del juego nos presenta una lista de habilidades con una breve descripción de cada una, y un diario en donde se guardarán datos importantes de la historia. Estos menús están bastante ordenados, lo que forma una interfaz principal bastante accesible.
La música y efectos de sonido siento que fueron el problema en este apartado. Cuando hay música de fondo (muchas veces no hay), se siente fuera de lugar y bastante incómoda. Los efectos de sonido para nuestro venado y las demás criaturas salvajes se sienten muy exagerados y poco naturales, lo que no combina para nada con el hermoso aspecto visual del juego. Se nota que quisieron buscar una ambientación mística para el juego, pero a mi parecer no acertaron y dejaron muchas fallas en el camino.
- Contenido
Hay muchos, pero muchos ítems en el juego. Algunos nos ayudarán en el combate, como reducir el daño recibido o incluso tener invulnerabilidad por un tiempo, mientras que otros serán más útiles para avanzar en la aventura, como plantar un hongo gigante que podremos usar para saltar más alto o incubar una tortuga gigante para poder cruzar sin problemas esas malditas fosas con los clásicos “picos” con los que moriríamos al contacto.
Hay jefes en el juego, pero no eran lo que esperaba. Algunos son opcionales, pero en su totalidad no presentan un verdadero reto y no sentí satisfacción alguna al derrotarlos. Sí, nos dan nuestras buenas recompensas, pero realmente esperaba que fuera más entretenido combatir con ellos.
El juego en realidad es muy corto, pero muy difícilmente podrás terminarlo en una sentada debido a la gran cantidad de elementos que contiene y a su no muy flexible dificultad.
En resumen, siento que pudieron haber omitido mucho de este contenido y haber tenido un resultado incluso mejor, pero todo lo que ofrece el juego en este apartado tiene un propósito y complementa una ya ingeniosa idea.
A veces, simple es mejor.
- Veredicto
The Deer God ofrece un reto verdaderamente innovador, pero no precisamente uno que disfruten todos. Muchos elementos se sienten de sobra, pero no dañan el resultado final y uno puede simplemente ignorarlos.
No se lo recomendaría a todo mundo. El juego es cruel, exigente y frustrante, pero al mismo tiempo ingenioso y se admira que se haya atrevido a ser diferente.